sábado, marzo 14, 2009

hasta ayer...

No pensé que lo primero que viesen estas lineas serían los rezagos de algo que fue... que fue y se detuvo. Porque hay cosas que llegan sin previo aviso y se quedan ahí ocupando un gran espacio, una forma continua que se acumula en las horas suicidas a la marcha del reloj. Y es que si bien no fue el cuerpo lo que llegó repentinamente, fue la sensación la que tomó esa carta de presentación.

Fue en una de esas noches que se le escapan a diciembre cuando se produjo el primer intercambio de palabras. Fue solo un "hola/hola/como estas?/parado" que en su corto significado abrió la puerta de una habitación a la que poca gente llega entrar. No fue de inmediato, claro. Previo a la llegada de lo que en verdad importa, rondaron las efímeras conversaciones de quienes no tienen mucho de que hablar, o mas bien de quienes tan poco se conocen como para interesarse en buscar un tema que comentar.


Hasta que llegó el día. Como suele suceder cuando descubro a una persona especial, se produjo dentro de un ambiente no muy cómodo: problemas personales. Y es que aunque no lo paresca, esta circunstancia es favorable ya que uno puede darse cuenta quién le brinda solución o al menos unas palabras de alivio. Así fue. Con el transcurrir de los días iba en aumento, ya no eran solo simples intercambios de palabras, era mas, con un lenguaje distinto, casi fantástico, casi irreal.

Cuando uno va conociendo mas lo que tiene en frente y descubre 'cuan maravilloso es' llega un invitado no deseado: el miedo. Por que el miedo se presenta hasta en la persona mas segura. Y era un miedo típico, el miedo a perderla. Por escalofriante que pareciera no era razón para jugar todas las cartas a favor de retenerla, aun así... lo hice. Fui afortunado, debo reconocer; mi jugada arriesgada dio buen fruto y me hallaba victorioso, encaminado hacia lo que con el girar de las agujas se pondría mejor.


Aquí comienza la extraña travesía. Pasaron muchas, muchas, muchas cosas que formaron lo que era la relación en ese momento, cosas que por razones de tiempo y comodidad solo citare una en esta oportunidad. Se había formado un deseo mutuo, una fuerza que ataba sin apretar y cuyo nudo aun no estaba listo. Claro, todo había pasado muy rápido e irónico a nuestro deseo de luchar contra el tiempo, debíamos dejar que este transcurra su camino para que todo salga mejor. Era una buena idea, una buena idea... mal ejecutada. Por que ese miedo que llevo a dar los primeros pasos ahora vestía otro traje, un traje de impaciencia, de ganas de apresurar las cosas. Culpa compartida, uno ejecuta y el otro lo permite. Llevados por el potente chorro de sentimientos, era un viaje por un rió muy rápido que disfrutamos bastante. Tuvimos días intensos, no eran frecuentes pero cada vez que se daban eran pocos los limites, llevados como siempre por la prisa y una especie de "cada vez un paso mas".


Es curioso como en tramos de los ríos hay esas cascadas, caricaturesco pero real. Pues teníamos que llegar a nuestra cascada. Nada era igual, como dicen :"después de la tormenta siempre llega la calma". Esto era algo distinto, digamos un: "después de la fiesta llega la resaca". Regresaron los problemas, una mezcla de sensaciones raras, irracionales, instintos erróneos que me llevaron a cambiar mi comportamiento... De la noche a la mañana el fuego decreció, y envuelto en un manto de discordia personal me hice a un lado... queriendo encontrar algo sin buscar. Pasajeros de una balsa en el mismo río... pasajeros que no se comunicaban... el río hizo de las suyas, para cuando se abrieron mis ojos la caída era inminente. Caímos.

Caímos y aun seguíamos en la balsa... una balsa maltrecha que apenas se mantenía a flote. El final trágico de cualquier filme. Mas no todo es gris. Aun había un lazo... un antiguo lazo, el mismo que nos condujo a eso por no saber conservarlo, por confundirlo. La medicina tiene una opción para un cuerpo en estado critico que no puede recuperarse: la eutanasia. Pues la aplicamos. La aplicamos y pudimos ver el naufragio de la balsa y el rebrote de algo que se había dejado de lado.

No sabría como expresar la mezcla de sentimientos que tengo ahora, es como una felicidad sobre tristeza, una lección para no volver a resbalar por ese barranco que apresura la secuencia de hechos y una tranquilidad de ver sonreír ese rostro que apague inconscientemente con una mala acción. Como es de saber común "el tiempo cura todas las heridas", que lo haga y luego podre lucir orgulloso las cicatrices, teniendo en cuenta el balance final de la historia: perdí a la pareja y recupere a la amiga.

1 comentario:

Angela dijo...

genial! me encanta como escribes!