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miércoles, agosto 12, 2009

Far... far away

A quien engañaría si dijera que no noto diferencia entre un día contigo y una tarde en tu ausencia? A quien engañaría, si cuando no acaricio tu piel acaricio el calor que dejas en mis ropas, si cuando no converso de la mano con tu sonrisa le susurro historias a las sombras que proyectan las cortinas imitando la danza de tu cuerpo…, a quien?

Hace más de veinticuatro horas que no te veo, hace apenas minutos que recordé tu aroma, tu forma aquella de mirar, el dulce salvajismo de tus labios; hace más de veinticuatro horas que te vi partir en un autobús bajo un oscureciente cielo capitalino, tan triste y enfermo como aquel que hoy te escribe aquí a la distancia. Aquel que te escribe, que te imagina, que te ve, que te tiene lejos… y te tiene tan, tan cerca; por que ayer nos encontramos, nos compartimos y luego de despedirnos, nos alejamos, nos alejamos y mantuvimos muy corta esta larga distancia, una suerte de luces invisibles frías y calidas, de contradicciones con total y ningún sentido.

Hace más de veinticuatro horas que te fuiste en aquel bus, que yo crucé la avenida para tomar el mío… y ni aun así, después de despedirnos, no nos separamos. A quien engañaría?, si cuando vas por tu camino yo me quedo contigo.


martes, marzo 24, 2009


Empiezo a creer que algo tiene el café que tomo por las noches. Es eso o tal vez la música con la que quedo dormido. Cada vez tengo más sueños extraños, y estos no son de los típicos sueños que tengo mientras estoy despierto; más bien se tratan de sensaciones profundas, confusas y hasta tenebrosas que invaden la mente mientras uno esta en los brazos de Morfeo.

En fin, en esta vez, como en la gran mayoría de casos, solo recuerdo pequeños fragmentos. Yo, como un tigre enjaulado iba de lado a lado entre los barrotes que delimitaban mi reducido espacio. Afuera hombres, mujeres, reían. Reían bajo las luces señalando la flaca criatura moribunda que fui. Luego, tras apagarse las luces, solo quedaba el silencio frío y húmedo. Mi tos o mi ir y venir golpeando la jaula hizo que llegase un hombre hacia mi… quedo mirándome, analizando mi huesuda silueta. Tomó un basto e hinco mi pellejo. Reaccione con un rugido, un rugido tan lamentable que parecía la asfixia de un gato. El hombre al notar eso, abrió la jaula, bajé… sentí alivio, era libre…libre, por fin abandonaba esa jaula en la que dios sabe desde cuando haya estado capturado. Él me tomo del pescuezo con una soga para conducirme afuera. Respiré el aire tranquilo del exterior, regresándole algo de vida a mis pulmones… aunque estaba nublado, mis ojos lagrimeaban por la falta de costumbre al brillo solar.

La soga de mi cuello se soltó, podía ir libre, caminar a mi antojo. Temblorosas, mis piernas avanzaban entre la maleza del lugar…libre…libre. Un sonido tan fuerte que no lo oí, un dolor ciego que atravesó mis costillas…caminaba…caminaba…caí. Lo mire, con un rifle humeante…el cartucho vacío en el suelo y una calidad humedad que corría por mi pecho. Antes de que se nuble la vista pude ver una nueva jaula con un nuevo preso ocupando el lugar que tuve.

jueves, marzo 19, 2009

Por la melatonina y el cafe...


Necesitaba hablar con alguien. Ese alguien especial que uno sabe que está ahí... aunque sea a la distancia, pero está. Porque había pasado poco antes un día negro, y sus residuos aun rondaban con esa lentitud que llegan a tener las plagas mas horrendas.

Pudo ser su vida a contra reloj, como los ejecutivos, o mi forma de hacer las cosas sin planes, esporádicamente... o tal vez solo la casualidad; la cuestión es que pocas palabras se pudieron intercambiar con aquella persona. Y aun así hablaba con ella, por que siempre lo hago, por que la mente es mas fuerte que el cuerpo. Y fue exactamente la mente quien me transportaba a donde sea que se hallase, o la traía a donde yo me encontraba... para charlar, para pedir un consejo, enseñarle una proeza, contarle alguna derrota... o tomar un café dibujando garabatos en una hoja.

Era simple y encantador. Utilizar una característica maravillosa del cerebro para salir del cuerpo sin abandonar el pellejo y los huesos. Hasta que se debilitó. O yo me debilité. Entonces algo tenía que ya no lograba esos fantasiosos encuentros. No obstante uno se las ingenia. Esta no fue la vez. Olvide si querer la primera forma en que uno descubre los sueños: estando dormido. Ahora que soñar despierto se me hacía algo complicado...

Siete y veinte de la mañana. Mi hermana me despertó para despedirse, se iba al colegio. Permanecí en la cama entre un programa radial y unos libros en la cabezera. Luego de media hora de convencerme que debía levantarme, baje a desayunar tras el intento de sacarme el malestar con la ducha. De regreso en la cama, la música y los libros adormecianme. No precisaba el tiempo ni el alrededor, sin importancia me deje arrastrar al sueño.

Uno no sabe cuando es que se queda dormido, ni tampoco cuando comienza un sueño. Solo estaba ahí... viajando en esa realidad paralela, en ese mundo interno sin limites. Y recuerdo... recuerdo verme ahí en el patio de mi anterior casa, lejos, era algo distinta, creo q estaba mejor. Mis piernas se extendían en el suelo gastado mientras veía correr a ese enorme perro mio que solía destrozar romper los vidrios de la mampara con sus enormes patas y era capaz de cargar ladrillos con la boca. Todo un monstruo él... extraño como el amo. Bajo un blanco cielo acaso otoñal mis dedos recorrían un teclado y mis ojos ahora estaban frente a una pantalla. Heme ahí, conversando con esa persona especial.

Siempre fue así. Distante, quizás. Largas, entreveradas, emotivas, graciosas, apuradas y miles de adjetivos mas, así eran las conversaciones... y siempre a través de maquinas, frías. Hasta en sueños. Y no importaba, aunque hayan sido mediante cartas enviadas por palomas, o con señales de humo, mensajes en botellas... el medio no importa si es que llega el mensaje, sea tarde...sea temprano, sea real... sea un sueño mas...

Entonces escuche el sonido de un cristal romperse, venia del patio del costado. Aquí debería aclarar que en lo real los patios están algo separados... esta vez los dividía una especie de pared alta como si fueran dos habitaciones, empero sucedía que donde terminaba el patio uno podía asomarse y ver al otro lado. Eso hice. Al asomarme vi una joven de espaldas que se sacudía la basta del pantalón, a su costado una portátil y del otro lado los restos de un vaso en medio de alguna bebida derramada.

Sin darle importancia regrese a donde me hallaba y continué la conversación. Extraño pareció al leer que regresaba en un momento, ya que iba por algo para recoger un vaso que se le había caído. Coincidencia, pensé, y le comente lo que había visto. Callados. ¿Acaso podría ser...? Algunas preguntas sobre donde estas o que estas haciendo... y la duda crecía. "Espérame un momento, ya regreso." Me puse de pie y fui a echarle otro vistazo al patio vecino, su rostro me era algo conocido. Regresé.

- ¿Estas usando algo morado sobre un polo negro?
- Si...¿por que?...¿como sabes
- Amh... espérame otra vez - y fui de nuevo - No se..pero me late que no eres tan enana como yo pienso
- Arg... tengo tamaño normal, tú eres el anormal jaja =), pero de que me estas hablando
- No me juzgues de loco, si estas en un patio con... unos jardincitos y un árbol de lima, acércate al borde... donde acaba
- ¿Que?
- Nada. Olvídalo, estoy alucinando
- Ire al borde.

Leí esa ultima linea mostrada en la ventana del messenger. Al llegar al final de la división de patios...¿Como pudo suceder? Estábamos a kilómetros de donde vivíamos. Pero estábamos ahí. Tal vez dije una estupidez o algo gracioso como saludo, porque rió. Y era ella, sin ser ella. Una imagen que se formo a base de fotografías, que ahora hablaba... y no era tan enana como creía.

Lo que luego vino lo recuerdo de una manera borrosa. Pregunté como era que estaba ahí, en la casa que perteneció a parte de mi familia... y le mostré algunos de los rincones raros que esta tiene en su deteriorado existir. Así debieron haber pasado horas, bajo ese cielo nublado, tan blanco, tan blanco...blanco, conversando cosas de este y el otro mundo, entre risas y penas.

Parecía estar el reloj con las agujas congeladas, pues el día permanecía inalterable. Notaba eso y otras cosas... No se si sera un don, una cuestión psicológica o algo raro en el cerebro; hay sueños en los que despierto... sin despertar. Me explico: estoy en un sueño, sea bonito o feo, y de repente me pongo a pensar y me doy cuenta de que es demasiado extraño para ser cierto, como si un algo interior reaccionara en el limite de lo fantástico y lo real. Sucedió de la misma manera, para pena mía. Desperté en el sueño y razone que era todo producto de los procesos psiquicos.

Antes de despertar pude despedirme dando las gracias por su tiempo, por escuchar... y lo que es mejor, responder.

Ojos abiertos. Once de la mañana y algunos minutos mas. Un delgado libro sobre mi pecho y unas enormes ganas de 'por favor cuerpo duérmete de nuevo'. Por mas que lograse dormir (aunque era lo menos probable) sabia que no iba a retornar a ese mismo sueño. Ducha de nuevo. Saque un cuaderno y comencé a escribir, con ese sentimiento mezclado de alegría y pena, como cuando un amigo se va lejos tras verlo después de mucho tiempo. Y así... las lineas se escribían solas luego de vernos sin estar viéndonos... y hablar sin haber hablado.